Decir que Nelson Mandela es un héroe contemporáneo sería quedarse corto, pues la misión que llevó acabo, nada más ni nada menos que haber logrado derrumbar el régimen del Apartheid en Suráfrica, una de las formas de discriminación más nefandas como lo es la segregación racial, en este caso de una minoría blanca opresora de la mayoría de raza negra y haberlo logrado por medios pacíficos, sin descansar en su lucha a pesar de haber pasado por esta causa 27 años en prisión, convierte a este hombre en un auténtico visionario, en un adalid de la lucha social en favor de la elemental dignidad humana blandiendo la defensa de la libertad, la igualdad y la equidad de los derechos cívicos y políticos de sus hermanos de raza negra en favor de una Suráfrica más justa y democrática.
El haber llevado a cabo esta misión titánica oponiéndose a un régimen en que contaba con el apoyo de las grandes potencias mundiales y sobre todo el haberlo logrado conciliando y desterrando los odios, rencores y diferencias aparentemente irreconciliables por la profundidad del daño moral y social y el enraizamiento que tenía el régimen del Apartheid en esa apartada región del mundo le valieron el reconocimiento mundial y el haberse hecho acreedor al premio Nobel de la Paz en 1993.
Al año siguiente y como resultado de elecciones democráticas resultó electo presidente de su país continuando así su misión de hacer de su patria un lugar en donde blancos y negros pudiesen convivir en un ambiente de respeto, paz y armonía gracias en mucho debido a su personalidad carismática, a su sencillez y humildad, pues a pesar de haber llegado a la cúspide del poder y de no faltar voces de sus mismos correligionarios que trataron de convencerlo de que se enquistara en el poder para permanecer gobernando por tiempo indefinido, él fiel a su espíritu democrático y sobre todo fiel y congruente con su altura moral y ética no hace caso de estas voces tendenciosas y sin caer en la soberbia de aquellos que se enferman y se aferran al poder, abandona el cargo al término de su mandato.
El ejemplo de Mandela como estadista debería ser imitado por muchos gobernantes, sobre todo por aquellos dictadores que oprimen a sus pueblos bajo regímenes totalitarios.